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Ja Morant, la estrella del mañana de la NBA, hoy está perdida

Ja Morant, la estrella del mañana, hoy está perdida. Las señales de inmadurez que alguna vez vimos dentro de la cancha, se han extendido fuera. De hipótesis preocupante a primera conclusión de decepción. Morant necesita ayuda y la necesita ya. Entre luces estrambóticas, humo, alcohol, peleas barriales, vivos de Instagram y armas de fuego, Morant está próximo a tirar su carrera de Hall of Famer a la basura.

¿En qué momento ocurrió todo esto? No se trata de un hecho puntual sino de una concatenación de situaciones desafortunadas. Los Grizzlies tienen a quien puede ser el genio que los conduzca a la meca o la decepción que los termine de lanzar de un precipicio.

Elige tu propia aventura.

Morant ha decidido saltear escalones rumbo a la fama extrema. Sin tapujos, empujó todas las fichas sobre el paño para lanzarse a una vida que no tiene reglas ni cinturones de seguridad. A todo o nada. La velocidad de las redes sociales, la cultura del highlight extremo, lo pasó de voltaje antes de la primera curva. Pasó, casi sin darse cuenta, de chico maravilla representante de jóvenes a proyecto de gangster versión GTA 5. Confundió transgresión con idiotez y aceleró a fondo.

Es hora de que alguien lo obligue a poner un freno de mano. Llámese familia, compañeros, franquicia o la propia NBA con la suspensión que no solo merezca, sino que necesite para reflexionar y cambiar.

El caso Morant es significativo porque se trata del principal exponente de la NBA 3.0. La apuesta del show y la espectacularidad que corta entradas por sí solo. Ja es, para la gran mayoría, el enlace que une lo que viene con lo que se está yendo. Pero a lo largo de la historia, existieron muchos casos de este tipo. Sin embargo, los tiempos han cambiado. Los ejecutivos de saco, camisa y corbata tienen otro tipo de reglas en el mundo actual que lo que ocurría décadas atrás. Detectan rápido la diferencia entre libertad y libertinaje. Entre ícono cultural o problema para el negocio: Morant no es el primer atleta en tener problemas extradeportivos en el deporte de elite. Pero sí un caso único entre sus pares actuales en cuanto a su nivel de popularidad.

Demasiada atención, demasiados elogios, demasiado ego. El talento por sí solo seduce, pero jamás concreta. Un jugador de escuela necesita de otras cosas -fundamentales, por cierto- para erigirse en leyenda: trabajo, constancia, comportamiento y mesura. Y una cuota de suerte también. Porque eso lleva tiempo, mucho, y a veces cumpliendo todo lo que hay que hacer no alcanza. Sobran los casos de estrellas elite que han quedado siempre al borde de la orilla de un campeonato. Pero lo cierto es que el cúmulo de estas facultades convierten al proyecto en realidad concreta. No alcanza con que alguien diga que Morant se parece al Michael Jordan de sus comienzos: su capacidad de salto extrema, su vuelo espectacular en continuado, no deben confundir: aún no ganó absolutamente nada.

Jordan fue Jordan no solo por sus capacidades físicas y su talento sobrenatural, sino por su mente de acero, su contracción al trabajo y su voracidad por ganar a cualquier costo. No se trató nunca de agradar, sino de conquistar objetivos uno tras otro hasta convertirse en un atleta hermético, en un compañero obsesivo-compulsivo en la exigencia y como consecuencia en un rival imposible.

Quizás la versión domesticada de Morant sea Shai Gilgeous-Alexander, construido en súper estrella a través del silencio. Sin tanto ruido, sin gritar por atención a cada segundo, el canadiense tomó lo que el resto dejó. Una pequeña enseñanza que sirve que el oro muchas veces no es el que reluce sino el que se oculta entre las piedras.

Los Grizzlies, apuntados por muchos a ser equipo revelación, se topan ahora con un desafío mucho más importante que luchar esta temporada: dejar de ser una pandilla para transformarse en un equipo de básquetbol ordenado capaz de hacer historia grande.

El cambio de Morant, esta vez, no tiene que ver con correr y brincar: se trata de desacelerar, pensar antes de hablar, y empezar a comportarse como la clase de atleta que no solo puede, sino que debe ser. Como alguna vez dijo John C. Maxwell, un líder es aquel que conoce el camino, hace el camino y muestra el camino.

"Vísteme despacio que estoy apurado".

En este tipo de asuntos, la resolución es ahora.

No hay mañana.

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