¿Qué fue mal en la carrera de Willy Hernangómez en la NBA? Falta de minutos, competencia y sin oportunidades
Siempre se dice que la NBA se basa en tener una oportunidad y saberla aprovechar. El caso de Willy Hernangómez es paródijo. Cada ocasión en la que dispuso de minutos con mayor o menor constancia ofreció un argumento irrefutable: números. Independientemente de si había pasado dos semanas o un día sin jugar, el pívot madrileño saltaba a pista cuando le llamaban y ofrecía su mejor versión. Sin embargo, hay veces en las que las estadísticas tradicionales no son suficientes y el contexto en el que se producen tiene un peso mayor.
Después de siete temporadas en la mejor liga del mundo el mayor de los Hernangómez ha decidido decir basta. Basta a no jugar, basta a la incertidumbre por su siguiente contrato, basta a promesas incumplidas. Ahora, Willy pondrá rumbo al FC Barcelona por tres temporadas con un salario acorde a su estatus y el rendimiento que puede dar en Europa y España. Una decisión profesional y personal que le permitirá asegurarse un tramo crucial de su carrera.
La salida de la NBA por parte de Willy Hernangómez cuesta de entender por varias razones. De la deportiva a todo aquello que ha marcado su día a día. Y es que este cambio no ha sido una decisión tomada de la noche a la mañana, más bien lleva tiempo fraguándose.
Por ello es momento de analizar qué salió mal en sus siete años en la mejor liga del mundo para entender por qué ha optado por vestir de azulgrana en los próximos cursos.
New York Knicks, una cuestión de banquillos
El desembarco de Willy Hernangómez en la NBA tuvo un efecto más bien inesperado. El madrileño llegó a unos Knicks en total reconstrucción, con el objetivo de dejar de estarlo pero inmersos en una realidad difícil de gestionar. Los novatos siempre traen consigo un halo de esperanza, sus errores se relativizan, poniendo el foco en todo aquello que sabe hacer bien.
Jeff Hornacek, técnico debutante pero con una mentalidad defensiva, le dio confianza a Willy, casi más por necesidad que por confianza. Los Knicks tuvieron que gestionar la lesión de larga duración de Joakim Noah dando prioridad a Kyle O’Quinn y al propio Willy, más por necesidad de alinear a alguien que por creencia en su potencial. Así, la deriva deportiva de los neoyorquinos propició que el madrileño jugase 72 partidos (incluyendo 22 de titular) y rozando los 20 minutos de media. Su impacto fue positivo y reconocido por la liga, jugando el Rising Stars y siendo All-Rookie, pero ahí terminó su luna de miel en la NBA.
Las tensiones en la cúpula de la franquicia entre Phil Jackson y la propiedad hicieron que el mítico entrenador, valedor de Hernangómez desde el inicio, perdiese peso en la toma de decisiones, lo que precipitó su salida en junio de 2017. En el momento que Willy volvió a Nueva York con el bronce del Eurobasket al cuello nada parecía igual. De hecho, la falta de minutos se convirtió en algo habitual y pronto su nombre comenzó a aparecer en los rumores de traspaso. Fue en ese comienzo de curso cuando Hornacek le indicó al madrileño que si quería contar con oportunidades debía mejorar en defensa, anclando para siempre su nombre al calificativo de mal defensor, estigma contra el que ha trabajado desde entonces para modificar.
Sin hueco, confianza ni oportunidades, Hernangómez fue traspasado por Johnny O’Bryant y dos segundas rondas a Charlotte Hornets donde la situación no fue muy distinta.
Willy Hernangómez cambió de destino en plena temporada con la seguridad de que merecía una nueva oportunidad y los Hornets parecían en disposición de ser un buen destino. Charlotte tenía la seguridad de que necesitaban un sustituto a futuro para el nefasto Dwight Howard, pero dudaban sobre si lo sería Cody Zeller o bien Frank Kaminsky podría ocupar el puesto de cinco.
En ese contexto se encuadra el desembarco del madrileño en la ciudad de North Carolina. Su contrato les daba la oportunidad de probar sin riesgo a verse penalizados. Al haber llegado con un salario tan bajo y en un vínculo multianual, los Hornets estaban en disposición de poder arriesgar si experimento Willy no salía como esperaban. Al fin y al cabo se trataba de un pívot de 23 años, con puntos en las manos y de gran tamaño.
Steve Clifford fue tajante con el madrileño desde el principio, era consciente de lo que podía hacer, pero también de que necesitaba trabajar en ciertos aspectos con más determinación. "Si estabas en un sitio y no jugabas, si quieres hacerlo más en otro lugar, yo lo que le diría es que trabaje más duro y se machaque a sí mismo", dijo al NY Post. “No está al tanto de lo que estamos haciendo para jugar mucho. Es inteligente, pero no es un atleta natural, fenomenal, capaz de recuperar terreno. Tiene que estar al tanto de las cosas, especialmente en el lado defensivo".
El veterano entrenador pronto dio con una clave que define muy bien el paso de Hernangómez por la NBA. Un jugador con una técnica individual que no se adaptaba a la realidad de la liga en ese momento. Mientras el juego iba en una dirección donde a los pívots se les pedía verticalidad y versatilidad, Willy jugaba de espaldas y necesitaba el balón para producir.
“Para ser un jugador que juegue todas las noches tiene que mejorar su tiro”, dijo Clifford. “Ahora mismo, en mi opinión, es un jugador que produce de espaldas a la canasta y que puede pasar. Pero la realidad es que su pase no entra en juego hasta que tienen que el resto se acercan a él y saben que no va a anotar un tiro".
Ese análisis fue más que acertado con respecto al Hernangómez de aquel momento y el cambio de Clifford por James Borrego no cambió en absoluto el panorama para el español, más bien hizo evidente que su perfil no era lo que se esperaba de él.
El ex del Madrid puso pronto remedio a aquello, centrando sus entrenamientos de verano en pulir el tiro en suspensión, la movilidad lateral para la defensa y, sobre todo, el físico. Pero para cuando estuvo en disposición de dar resultados los Hornets ya tenían a su interior referencia como fue Bismack Biyombo, que sí cumplía con su arquetipo de pívot.
La extraña Agencia Libre de 2020, marcada por la tardía finalización de los Playoffs y la pandemia, dejó a Willy en una posición difícil. Él quería seguir en la NBA, al fin y al cabo no había dispuesto de una oportunidad en condiciones y todavía era joven, pero las puertas se le estaban cerrando poco a poco. El madrileño se agarró a un clavo ardiendo cuando los Pelicans le ofrecieron un contrato sin garantías y como cuarto interior en Nueva Orleans. La fortuna quiso que, por diferentes motivos, se le abrieran las puertas del cielo. El mal rendimiento de Wenyen Gabriel, las recurrentes lesiones de Steven Adams y la confianza obtenida por Stan Van Gundy convirtieron una mala situación en una buena.
Willy conectó desde el primer momento con Zion Williamson, hasta el punto de que ambos se complementaban sobre la cancha y los números indicaban que la estrella emergente funcionaba mejor con el español que con cualquier otro pívot. Mientras, el madrileño convertía en oro todos los minutos que le daban. Solo así puede entenderse que los Pelicans acabasen ofreciéndole un contrato por tres años. Objetivo cumplido, futuro asegurado, ahora el reto era ser más importante. Y lo logró con cambio de entrenador mediante, disputando 50 partidos con 16,8 minutos de media y 9,1 puntos en la 2021-2022.
El ascenso de Hernangómez en los Pelicans le convirtió en una figura clave dentro del vestuario, pero algo sucedió en el trade deadline de febrero de 2022. Concretamente llegaron dos jugadores: CJ McCollum y Larry Nance Jr. El primero iba a finalizar contrato próximamente y la franquicia no estaba en disposición de arriesgarse a perderle por nada. Como suele ser habitual en este tipo de situaciones, el jugador puso ciertas condiciones, la más importante fue que Nance tenía que ocupar un puesto relevante en la rotación. Cualquiera que conozca de cerca la realidad de los equipos profesionales sabe que muchas decisiones que deberían ser técnicas acaban tomándose en los despachos. Y así sucedió.
Y cuando Hernangómez regresó a los Pelicans en septiembre con el MVP del Eurobasket bajo el brazo, pidió más protagonismo en base a los méritos logrados, algo que se le garantizó según pudo saber The Sporting News. Pero, una vez más, fueron promesas incumplidas. En enero solicitó el traspaso como se avanzó desde este medio, pero no salió. No le interesaba a la franquicia perder a un jugador con contrato y opción de equipo, cuyo aporte era notable en base a sus minutos. De este modo, Willy concluyó la temporada ante los Timberwolves el 9 de abril sentado en el banquillo, como había hecho en 44 de las 82 noches previas del curso.
De la falta de adaptación a la realidad de la liga, cierta inmadurez propia de la edad en sus primeros años a ser todo aquello que sus técnicos esperaban de él pero en un contexto adverso. La carrera de Willy Hernangómez en la NBA parece haberse terminado para siempre. El madrileño podría haber permanecido en la liga un año más, ofertas tenía, pero ninguna que le garantizase un rol acorde a lo que él esperaba. Solo así puede entenderse su decisión de cambiar Estados Unidos por Barcelona en un movimiento hecho con la cabeza más que con el corazón.