Recordando el voleibol y los XII juegos del 1974 en su 50 aniversario
EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO.- Con la finalidad de conservar la memoria histórica y considerarme uno de los actores de la época por mi condición de exjugador del Seleccionado Nacional de Voleibol, creo prudente reproducir este artículo que fue publicado hace aproximadamente 30 años.
Como es conocido por todos, estamos en plena víspera de un aniversario más de nuestra Independencia Nacional, pero también es importante recordar un hecho histórico que constituyó toda una revolución para el deporte nacional; me refiero a Los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe, los cuales fueron formalmente inaugurados un 27 de febrero de 1974, hace 50 años. Motiva esta remembranza, el dar a conocer a las presentes y fututas generaciones, sobre todo a nuestros jóvenes amantes de la malla y el balón, a los cronistas deportivos, federados, congresistas, etc. cómo se desarrolló el voleibol de aquella época, porque soy del criterio que las instituciones progresan en la medida que conocen y profundizan en su historia.
Para una mejor comprensión del tema, voy a considerar el voleibol en tres grandes etapas: Antes, durante y después de Los Docejuegos, ya que esto facilita el entendimiento y evolución de la disciplina. El voleibol dominicano tuvo un intenso apogeo antes de los XII Juegos, más aún en la década de los años 50 y 60, caracterizado por la celebración de campeonatos tanto nacionales como internacionales, lo que acompañó el surgimiento de destacados voleibolistas de la talla de Carlos Morales, Freddy Quezada, Mario Crispín, Nelly Pineda, Margarita González Teresa Concha y muchísimos más no menos importantes. Este resurgimiento, originó como resultante la extraordinaria actuación en Los IX Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Kingston, Jamaica, donde el equipo femenino obtuvo la presea dorada y el masculino la de plata. Cabe señalar, que, en aquel entonces, estábamos al mismo nivel de países del área, como Cuba, Puerto Rico, México, Venezuela, etc. por lo que éramos considerados rivales de importancia.
En junio de 1966, fueron celebrados los X juegos Centroamericanos y del Caribe, en San Juan, Puerto Rico. El equipo femenino ocupó un tercer lugar, obteniendo medalla de bronce, mientras que el masculino un séptimo lugar. No obstante, nuestras jugadoras haber obtenido un tercer lugar, se puede considerar que su actuación no fue del todo satisfactoria, sobre todo, si tenemos en cuenta su excelente papel en los Centroamericanos anteriores, la verdadera explicación a esto la podemos encontrar en la guerra civil, que como se recordará sacudió al país en 1965, lo que conllevo a una inadecuada preparación de los equipos, producto de las tensiones políticas del momento.
Prosiguiendo con el relato, los equipos dominicanos estuvieron presentes en los XI Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Panamá en 1970, y los resultados por las razones antes señaladas fueron verdaderamente deprimentes, el femenino descendió a un cuarto lugar y el masculino a un octavo.
Precisamente, un 27 de febrero, mientras se daba inicio a estos XI juegos Centroamericanos en Panamá, el entonces presidente del Comité Olímpico Dominicano, Ing. Juan Ulises García Saleta, luego de una larga batalla de persuasión entre los países del área, y sin contar con el aval oficial, obtuvo la sede de Los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe que habrían de celebrarse en Santo Domingo en el 1974. Este acuerdo que a muchos les pareció como una gran osadía, por haber comprometido al país a una empresa tan extraordinaria y costosa, a sabiendas de que carecíamos prácticamente de todo en materia deportiva, y sin experiencia alguna, ya que nos tocaría organizar nuestros primeros juegos Centroamericanos; pero lo cierto era, que ya nuestra palabra como país estaba empeñada, y quedó sellada en esa histórica fecha que marcaría un hito en el deporte nacional.
De regreso al país, el Ing. García Saleta, después de otra gran batalla, obtuvo el permiso del gobernante de turno Dr. Joaquín Balaguer, consiguiendo así el apoyo económico a estos juegos. De inmediato se creó toda una logística colectiva de trabajo que encontró su máxima expresión en una acertada frase, y que fue el lema de estos juegos: “Compromiso de todos”.
A partir del año 1972, las pocas federaciones existentes, aún no bien estructuradas, comenzaron a llamar a los atletas en sus respectivas disciplinas. La Asociación de Voleibol, en función de Federación, hizo lo mismo, siendo llamados 32 jóvenes en la rama masculina y 26 en la femenina, procedentes de diferentes localidades del país, y clubes de Santo domingo como Villa Francisca, BAMESO, UASD, etc., quedando así conformadas las preselecciones, de donde finalmente se escogerían los seleccionados nacionales definitivos que representarían al país. Los entrenamientos comenzaron en julio del mismo año (1972), bajo la dirección del polaco Ibigniew Jozwiaak, un ex-selección del equipo olímpico de Polonia, el cual había sido¨ contratado por la Dirección General de Deportes. Bajo su dirección, estuvimos sometidos a intensos entrenamientos en la cancha de asfalto y sin techo del Liceo Rodríguez Objío, durante 10 meses.
Aún recuerdo las vicisitudes que pasamos, tanto el entrenador como nosotros, ya que allí prácticamente se carecía de todo (transporte, pelotas, uniformes, tenis, etc.), por lo que Joswiak popularizó una expresión que pronunciaba en muy buen español que era: “Mañana, mañana…” y cuando la expresaba, quería significar en forma de broma, pero con cierta ironía, las promesas que constantemente le hacían los federados sobe las facilidades que él solicitaba para las prácticas, pero ese mañana nunca llegaba. No obstante las carencias y el bajo nivel técnico que teníamos, el entrenador Joswiak se enfocó principalmente en nuestra preparación física.
Los pre-seleccionados nacionales tuvieron su primera prueba de fuego bajo la dirección de Joswiak el 27 de abril de 1973, durante una serie amistosa pactada con el vecino país de Haití, y que en aquel entonces tenía ciertos avances en la disciplina ya que habían participado en los Panamericanos de 1971 y se fogueaban con las selecciones de Francia. Nuestro equipo femenino conquistó la serie al obtener dos triunfos consecutivos, mientras que el masculino perdió, al ganar un solo partido y perder dos. Los dirigentes federados y algunos técnicos criollos no estuvieron conformes con la primera actuación internacional de las preselecciones, al considerar que habían avanzado muy poco, por lo que sometieron al entrenador a severas criticas, cuestionando su capacidad, de manera que, al finalizar su contrato de un año fue despedido.
Posteriormente fueron contratados los servicios del entrenador Mexicano Prof. Vicente Arias, quien se hizo cargo de la preselección masculina. Poco tiempo después se contrató al entrenador Brasileño Decio Viotti, un ex selección olímpico muy cotizado en esos tiempos por los buenos resultados que había obtenido con las selecciones de Venezuela, y quien se hizo cargo de la preselección femenina.
Los entrenamientos prosiguieron en la cancha del Liceo Rodríguez Objío, y las facilidades para los mismos habían mejorado, aunque no substancialmente.
Dada nuestra condición de sede de los próximos Juegos Centroamericanos, y como miembros de la Confederación Norte Centroamericana y del Caribe de Voleibol, CONCACAV, el país fue invitado a participar en los III Juegos NORCECA, a celebrarse del 2 al 7de agosto de 1973 en Tijuana, México, y que serían los primeros juegos de esta naturaleza a que asistió el país. Esa invitación fue aceptada debido al marcado interés que existía de que los preseleccionados se foguearan a nivel internacional con equipos de cierta categoría, por lo que se procedió a conformar las selecciones.
- El equipo femenino quedó integrado por Rosalía Ramírez, Heyda Joaquín, Yudelka Guzmán, Livia Russo, Magnolia Concepción, Deyanira Pascual, Milagros Lantigua, Delfida Brito, Zoila Rosario, Ana Dilia Hernández Giovanni Sibilia, y Mayra Altagracia Brito. Como entrenador estuvo el Prof. Decio Viotti, y como asistente Prof. Marcelo Richiez.
- El equipo masculino lo integraban José Pereyra, Félix Rafael De La Cruz, José Ramírez, Víctor Carrasco, Milton Pinedo, Rodolfo Wouel, Rafael Cuesta, Leoncio Zapata, Enrique Martínez, Miguel Beato Cruz, Manuel Ventura, y un servidor, Juan Abreu Reyes. Como entrenador, el Prof. Vicente Arias, y como asistente el Prof. Cesar Padrón.
La delegación dominicana partió rumbo a Tijuana, México el 1ero. de agosto, pero antes fueron realizados varios juegos de fogueo en Caracas, Venezuela. En estos juegos NORCECA, ambos equipos tuvimos la oportunidad de foguearnos con equipos de la calidad de Cuba, Estados Unidos, Canadá, Puerto Rico, etc., y su actuación puede ser calificada de satisfactoria, ocupando el femenino un quinto lugar, y el masculino un sexto.
Al retornar al suelo patrio, se presentó un impase entre los jugadores del equipo masculino y la Federación, debido a que no queríamos acceder a su petición de devolver los uniformes que habían sido utilizados en la reciente gira internacional, por lo que decidieron desintegrar la selección masculina, y procedieron al llamar nuevos preseleccionados. La proximidad de la llegada al país del Equipo Olímpico de China Nacionalista, quienes se encontraban realizando intercambios por Centroamérica y el Caribe, y ante la necesidad de la Federación de que el Equipo Masculino se foguease con equipos de alto nivel, forzó la solución de esta crisis, por lo que nuevamente fuimos reintegrados, conjuntamente con otros jugadores que ya la Federación había llamado. Se jugaron dos partidos con los chinos, 26 y 27 de agosto respectivamente, y fueron ganados por ellos con relativa facilidad, porque se trataba de un equipo de larga experiencia y de una técnica muy depurada
A partir de septiembre de 1973, los entrenamientos se intensificaron de tal forma que se hacía preparación física con levantamiento de pesas a tempranas horas de la mañana, voleo al mediodía, y los entrenamientos regulares durante la noche. Hay que señalar, además, que, a partir de entonces, las condiciones para los entrenamientos comenzaron a mejorar, y en ese sentido es justo reconocer la gran ayuda que proporcionó el Comité de Amigos del Voleibol, integrado por Félix Mario Aguiar, Vinicio Santana, Papi Estrella Rojas, Federico Gómez, Ing. Federico Medrano Basilis, y otros, quienes hicieron importantes donativos, consistentes en bolas, equipos para entrenamiento, etc.
Continuando con los viajes de fogueo, condición básica que los entrenadores habían solicitado para una adecuada preparación de los equipos, el entrenador del femenino, consiguió una gira por Brasil, por lo que ambos seleccionados tuvimos la oportunidad de viajar al referido país, con una amplia tradición en nuestra disciplina. Viajamos a finales de noviembre de 1973, la delegación dominicana estuvo presidida por el Prof. Cesar Padrón, y como árbitro internacional el Profesor Abraham Espaillat. Los seleccionados nacionales permanecimos en Brasil por aproximadamente un mes y tuvimos la oportunidad de enfrentarnos en juegos de fogueo con diferentes equipos de primera división tales como: Santos, Flamingo, Banco Do Brasil, Fituca, Blumenau, Niteroi y otros. La labor realizada fue catalogada de encomiable por la gran cantidad de partidos que se logró jugar, mucho de los cuales fueron ganados por nosotros. Debo resaltar que es a partir de esa gira donde se empiezan a reflejar los avances que habíamos adquirido.
Al regresar de Brasil, las prácticas continuaron con la misma intensidad. A finales de diciembre del mismo año, el equipo masculino sostuvo un encuentro contra el Colegio Universitario de Cayey, Puerto Rico. La serie se escenifico en la cancha del Auditorio Eugenio María de Hostos, y fue ganada por los dominicanos dos a una.
Continuando con los fogueos, a principios de enero del año 1974, fue inaugurado el primer torneo de la Confraternidad Dominicana, entre Cuba, Puerto Rico y República Dominicana, en la cancha de asfalto del Auditorio Eugenio María de Hostos, la cual fue ganada por los Cubanos, ocupando los equipos dominicanos un segundo lugar. Cabe señalar los elogios que externaron los entrenadores cubanos sobre el avance que habían adquirido los preseleccionados nacionales, valoración de mucho crédito por encontrarse Cuba en aquel entonces en la cima mundial en ese deporte.
Ya entrando en las postrimerías de nuestra fase de entrenamiento y ante la proximidad de los “Docejuegos”, viajamos a Cuba a mediados de enero, donde permanecimos tres semanas sosteniendo intercambios de fogueo con equipos juveniles superiores, e inclusive con la selección olímpica del referido país.
De regreso, se pactó una serie internacional contra Antillas Neerlandesas, la cual fue inaugurada el 8 de febrero de 1974. La misma fue ganada fácilmente por los equipos dominicanos pues ya se hacía evidente cierto dominio de los fundamentos técnicos de la disciplina.
Finalmente, fueron escogidos los 12 jugadores definitivos en ambas ramas, que habrían de representar al país. Ese proceso de selección realizado por los entrenadores internacionales fue el producto de una depuración sistemática que se venía efectuando a través del tiempo, y de sus observaciones en los entrenamientos y juegos internacionales de fogueo. El equipo masculino quedo integrado por:
- Leoncio Zapata, José Ramírez, Rodolfo Wouel, Enrique Molina, Pablo Valdez, Rafael Cuesta, Gilberto Mercedes, José Pereyra, Félix Rafael De La Cruz, Milton Pinedo y Juan Abreu Reyes (Capitán). El entrenador fue el Prof. Vicente Arias, y su asistente, el Prof. Mario Crispín.
El equipo femenino quedo conformado por:
- Rosalía Ramírez (Capitana), Heyda Joaquín, Yudelka Guzmán, Zoila Rosario, Deyanira Pascual, Livia Russo, Ana Dilia Hernández, Manuela Concepción Delfida Brito Giovanni Sibilia, Milagros Lantigua y Rosario Eusebio. Como entrenador, el Brasileño Decio Viotti, su asistente Marcelo Richiez. Los árbitros internacionales por República Dominicana fueron: Ramón Aybar, Abraham Espaillat, y Cesar Padrón. El médico de la delegación dominicana, fue El Dr. Aldo Russo.
Después de casi dos años de rigurosos entrenamientos, los equipos dominicanos estaban preparados para dar la batalla final. Fueron tiempos de muchos sacrificios, limitaciones, pérdida de estudios, momentos de debilidades espirituales y hasta flaqueza moral, pero también a todo esto hay que añadir que fueron casi dos años de gratas satisfacciones, donde se nos inculcaron hábitos, disciplina deportiva, sentido de patriotismo y responsabilidad; jugando por pasión, sin esperar nada a cambio.
Considero que nuestro aporte más importante fue el haber contribuido a sacar nuestra disciplina del letargo en que estaba sumida. Por tal razón, considero a los “Docejuegos” como el punto de partida o zapata sobre la cual descansan las bases del voleibol moderno que disfrutamos en la actualidad, hecho que debe ser conocido por las jóvenes generaciones, principalmente las que se dedican a la práctica de la malla y el balón, así como por los dirigentes deportivos.
Otro aporte importante es que, a partir de entonces, quedamos dotados de Instalaciones deportivas adecuadas como el Pabellón de Voleibol, el Palacio de los Deportes, el Centro Olímpico, Club de
Villa Francisca, además del surgimiento de nuevas disciplinas deportivas, etc.
Por fin llegó el día tan esperado: El 27 de Febrero de 1974, fecha en que fueron inaugurados con toda solemnidad los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe. Las competencias de voleibol se iniciaron un día después con la participación de 10 equipos en el masculino correspondientes a igual número de países, y 8 en el femenino. Los resultados fueron un tercer lugar para ambos equipos, con la obtención de medalla de bronce, cumpliendo así con la meta que nos habíamos trazado, de darle a país dos preseas. Considero esas dos medallas como muy valiosas por dos motivos: Primero, por lo difícil y complicado que es integrar una disciplina de conjunto, y más la nuestra que estaba postrada, y segundo, que fue la única disciplina deportiva del país que logro esa hazaña tanto en la rama femenina como en la masculina.
Los Juegos fueron clausurados oficialmente el 14 de marzo de 1974 entre gran alegría y tristeza, siendo catalogados como uno de los más vistosos de la historia.
Por último, como dato de conocimiento histórico, debo señalar que ambos equipos consiguieron su pase para participar en el VIII Campeonato Mundial de Voleibol femenino y masculino, celebrado en octubre de ese mismo año, siendo la primera vez que equipos dominicanos de voleibol hayan asistido a un evento de esa naturaleza.
A partir de 1974, se inicia la etapa que he convenido en llamar “post Docejuegos”, que ya ha sido escrita, por nuestros cronistas deportivos, no obstante, me voy a permitir resumirla de la siguiente manera: La práctica del voleibol, mantuvo en cierta forma su ritmo de progreso, pues ya estábamos dotados de instalaciones deportivas adecuadas, entrenadores con conocimientos técnicos actualizados, árbitros con calificación internacional, etc. El país continuó participando en casi todos los eventos internacionales que le correspondían: Centroamericanos, Norte centroamericanos, Panamericanos e inclusive el equipo femenino clasificó para el Campeonato Mundial celebrado en Rusia en el año 1978, teniendo la oportunidad de asistir por segunda ocasión a este tipo de evento.
También fuimos sede de importantes eventos, tales como Los Juegos NORCECA de 1977 y los Centroamericanos de Santiago en el año 1986, donde nuestro equipo masculino tuvo una brillante actuación obteniendo una medalla de plata.
A pesar de la evolución favorable que tuvo en el citado periodo, realmente, no se puede hablar de un desarrollo y crecimiento sostenido debido a múltiples razones, siendo la principal de índole económica, ya que no se contaba con un presupuesto propio que permitiera un proyecto planificado y a largo plazo como lo exige cualquier deporte; esto trajo como consecuencia muchos altibajos en la disciplina, aunque, repito, con cierta tendencia hacia el progreso.
A finales del año 1993 el empresario Cristóbal Marte Hoffiz se hizo cargo del equipo femenino, transformando por completo sus estructuras. A partir de allí, se concentra una preselección femenina en forma permanente, fueron contratado los servicios del Prof. Jorge Pérez Vento, reputado exjugador y técnico Cubano, las jugadoras empezaron a ser rodeadas de las condiciones adecuadas que requiere un atleta de alta competición, tales como buena alimentación, transporte, atención médica, incentivos, supervisión constante, intensos fogueos con los mejores equipos del mundo, así como, participación en todos los eventos internacionales programados, etc. Los resultados de ese esfuerzo y constancia de trabajo por más de 10 años, no se hicieron esperar, siendo lo que es hoy en día la República Dominicana en voleibol femenino, una potencia mundial, estando rankeada actualmente en un octavo lugar.
Desafortunadamente, el equipo masculino no ha podido correr con la misma suerte, por razones multifactoriales y que no son temas de este artículo, sin embargo, hay que reconocer la incuestionable calidad de numerosos jugadores que han militado como refuerzos en ligas internacionales, siendo uno de sus mayores reconocimientos, la obtención de medalla de oro en los XXI Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en México en el año 2010, así como su participación en campeonatos mundiales.
Por último, quiero concluir esta reseña, cuya finalidad principal es mantener presente la memoria de ese importante acontecimiento, reafirmar que el voleibol es un deporte de una larga historia, donde ha habido diferentes actores de acuerdo a las épocas en que les toco actuar, ya sea como propulsor, dirigente, entrenador, jugador, arbitro, juez de línea, etc, poniendo cada uno su eslabón en esta cadena y contribuyendo así, al resultado que vemos hoy en día.
Juan Abreu Reyes
Exselección nacional Doce Juegos de 1974
Capitán del Equipo Masculino